jueves, 10 de junio de 2010

Descomposición del Deseo


En el ánimo de la ilusión que calza pies de arena y se diluye hacia el horizonte.
Así pasa quien camina a la deriva a bordo sólo de sus emociones.

Volver…como el tango, con la frente marchita…

Es la diferencia entre un pesimista y un optimista, sólo su disposición a ser uno u otro, a escenificar el prototipo de uno u otro; y siendo aún clara la mejor alternativa, no todos la eligen.
Es como saber del futuro y no ocuparse de ello, sino obviarlo y tomar un riesgo por una apuesta, siempre incierta, y con sabidas bajas probabilidades de éxito.

Cuán raros somos…

En la omisión yace la fuente de la inmovilidad.
Algo así como “me acuerdo poco, pero no importa, porque me olvido rápido…”.
Si fuese tan simple…

POSTULADO: La Eficiencia es lo más ineficiente del mundo.

Hemos tirado por la borda la naturalidad a cambio de una eficiencia táctica que acorrala nuestra libertad y concentra nuestros esfuerzos en la dirección contraria al desarrollo personal. Vida plástica, sintética, desechable.

Vida de estrategia. Hasta para lo simple. Lo natural y espontáneo tienen ya poca cabida, a riesgo aquél que insista de caer incluso en estereotipos de debilidad, inseguridad, inmadurez.

¿Cuánto del deseo es convicción y cuánto falsa ilusión?
¿Es el deseo el resultado de la frustración temporal o acaso el reflejo de las carencias acumuladas? ¿O ambas? ¿O tal vez sólo el espejo de lo que hay pero a lo cual no accedemos? ¿Es el deseo sólo proyección?
Suena a masturbación, ¿no?

Y cuando esos deseos implican a terceros, ¿con qué nos quedamos?
¿Con la vivencia de la ilusión? ¿con la esperanza de la mágica influencia? ¿con el auto convencimiento y sometimiento? ¿con la conjunción de los astros? ¿con el sueño de hacer de la realidad una hebra más en las manos del titiritero?

Más placer solitario.

De ese que se va tan rápido como aparece, con el sólo llamado del deseo, con o sin énfasis, llega fiel y cautivo de la ilusión que conforma, hasta que destruye el sueño.