lunes, 21 de septiembre de 2009

Asechar o Acechar?

Nada que decir.
Nada claro que pensar.
Sólo accedo a las palabras...

Cuando las ideas pasan como imágenes que no logramos atrapar, como ha de ver el pez pasando junto al agua entre las redes.
Viendo pasar la película, cuadro a cuadro, mirando sin retener la escena anterior.
Cuando caminamos sin rumbo e inmovilizados por la falta de dirección, vemos el mundo pasar sin hacer juicios ni definir posturas.
Cuando la ensoñación domina y la realidad se hace lejana e inalcanzable.
Cuando somos capturados por la fantasía y todo se transforma en preguntas sin respuestas.
Cuando desde el interior sentimos la polivalencia entre nuestros cuerpos, nuestras emociones y nuestro intelecto, sin poder fusionarlos y dirigirlos hacia un sentido común.

Quién guía nuestro devenir?
Quién más que nosotros?

La voluntad es una extraña y veleidosa compañera.

La donna è mobile qual piuma al vento muta d'accento E di pensiero...

La requerimos en todo momento y sin embargo sólo acude cuando nos domina.
Tomamos la forma de nuestra voluntad saliéndonos de nuestra percepción temporal, pues no hay otra manera.
O somos deseo o somos voluntad.
Deseo y fantasía, observación y pasividad.
Voluntad, realidad y acción.

Escribo mientras escucho música clásica que no he programado. Y mi estado de ánimo se potencia y guía hacia donde la música me lleva.
Es que mi voluntad se rinde ante la marea del devenir?
Quizás mi único acto voluntario es derramar estas palabras al vacío de un lector desconocido.
O tal vez el único lector que importe sea mi intelecto, cuando después del despertar, lea e internalice los mensajes que en código mi subconsciente me envía, ya rendido a batallar de frente ante la voluntad.

Interrumpido en mi foco por las palabras y voces de amigos y conocidos, con historias que impactan o que poco importan, queda la sensación de haber vivido una pausa necesaria y gozosa, de real libertad de expresión, sin ataduras, sin complejos, sin la búsqueda de juicios ni aprobaciones.

La realidad asecha. El tiempo verdugo nos restringe. Y nuestra percepción, atenta y expectante, acecha.

Quedan las palabras.
Sin nada que decir.
Sin nada que pensar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario