martes, 9 de marzo de 2010

Banderas a Media Asta


Banderas a media asta.
Silencio en las calles.

La vida observa en pausa mientras otros aceleran para hacer suyos los momentos que no son capaces de retener.
Los recuerdos borrados en instantes reemplazados por el aislamiento, el dolor, la incomprensión.

Porque nadie entiende. Ni justifica.
Aquellos que, arrasados sus bienes y partidas sus familias, se aferran al instinto de supervivencia y aquellos que por el azar u otros designios somos testigos de nuestra y su insignificancia.

El país llora y se levanta.
Grita contra la toma de ventajas de los desalmados,
Y recupera el alma, el cuerpo y el espíritu con la unión ante la adversidad.

No sólo los medios y las acciones publicitadas, sino particularmente la ayuda entre los vapuleados, los vecinos que reparten lo que no tienen ni alcanza, pero aún así comparten; que lloran y deambulan a ratos, pero se levantan y con firmeza miran hacia adelante.

Este Chile que sabe de catástrofes naturales y que ha sellado en el alma del pueblo que el levantarse tras cada caída es lo único que importa. Y nace la solidaridad; la del más desposeído, del más indefenso.

Es la historia de cientos de héroes anónimos que hacen y forman al Ser y su conciencia,  y lo separan del animal y su instinto.

Hemos sido testigos de Haití como lo fuimos antes de Sumatra y también ahora de Turquía. Hoy lo somos en vivencia en nuestro Chile. Y seguirá ocurriendo. Y está bien.

Sufrir y lamentar las pérdidas es lo esperable. Levantarse y combatir contra lo inmanejable es lo único que a la larga importa. Y recordar. Y vivir cada instante como el más importante. Y hablar y actuar con verdad e intención.

Banderas a media asta.
Silencio en las calles.

Reconocemos donde estamos, incluso sin saber el porqué ni el para qué.
Los que perdieron un ser querido, un cercano, un conocido; preguntan sabiendo que no habrá respuestas convincentes. Esperando que el tiempo pase; viéndolo pasar.

Los que perdieron el fruto del esfuerzo de una vida; saben que no es la primera ni la última vez. Pero si sólo fue eso, su sensación es contradictoria; pues su felicidad por la supervivencia tapa cualquier síntoma de frustración.

Banderas a media asta.
Otra fecha en el calendario.

Antes fue el 11/9 y luego otro igual. O lo fue el 03/03/1985, el 11/03/2004 en Atocha, o el fatídico 26/12/2004 en el Sudeste Asiático. Naturales algunos, contra natura otros. Son igualmente hitos en nuestro calendario. De esos que nos forman y nos alertan.

Y persiste la sensación de que todo pasará al silencio. Como en Sumatra. Sri Lanka. O Haití. Porque hay que seguir adelante, debemos dejar el pasado en los recuerdos y afrontar el hoy antes que el mañana.

Y qué queda.
Crear. Creer. Imaginar y hacer.

Y esperamos la facilidad y empatía, no la misericordia; el acceso, no la dádiva ni el asistencialismo recurrente e invalidante.

Los hijos de las fechas se ponen de pie.
Démosle espacio para caminar. Démosle ánimo, impulso, energía.
No caminemos su camino, o todo lo que recorran estará ya pisado.

Banderas a media asta.
Silencio en las calles.

Esperemos el tiempo suficiente y luego icemos las banderas hasta el tope.
Y hagamos ruido.
Que se escuche.
¡Arriba Chile! ¡Arriba Gente!

El gran movimiento de la tierra ya pasó. Fue un sábado 27 de febrero de 2010. 
Sólo quedan pedazos. Y como estando frente a un rompecabezas, la tendencia y la motivación, es recomponer, reformar, y mejorar en el camino.


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