jueves, 19 de noviembre de 2009

Otra Noche de Perros

Noche de perros. Fogata en la isla.

Es martes. Estamos con B. y nadie más llega.
Es de noche y el asado y conversación se aproximan.

Los perros nos rodean, juegan. Ahora el padre es quien cuida y entretiene... La madre ni siquiera aparece junto a la camada. Está cansada. Es tiempo y tarea del padre ahora.

Tras encendido el fuego y recolectados unos palos entre la maleza, pinchamos Marschmellows y a centímetros del fuego los vemos ponerse incandescentes, encenderse y tras apagarlos de un soplido los disfrutamos derretidos y jugosos. Una experiencia más de los sentidos.
La conversación gira en torno a la estructura de la carpa improvisada que ahora hace sombra sobre parte del patio; a la práctica y técnica del Tiro con Arco -nueva y espontánea afición de B., quien desde siempre ha sido el libre entre nosotros- y los arreglos y mejoras en el baldío mar de la isla para acomodar el blanco y evitar la pérdida de flechas.

Los perros siguen jugando alrededor. Cerca. Se acercan intermitentemente en búsqueda de cariño. Ahora están limpios después del baño dominical y se ganan las caricias mías y de B.

Los marschmellows han endulzado demasiado la espera, licuada con los más diversos brebajes, a la espera de la carne que recién comienza a asarse. Entretanto, unimos el palo que sostenía las sustancias directo al carbón incandescente y la imagen simula un falso entierro donde en rigor el palo se derrite y el carbón no es penetrado.


Saltan chispas cual fuegos de artificio. Se escucha la música del silencio, sólo interrumpida por voces lejanas y grillos. Ronroneo marcial. Los perros jugando y en la calva nuca el aire dulce y fresco soplando. Todo a luz nocturna. Sin incandescencias más que el calor de las brazas ardientes esperando quemar la carne.

El limón limpiando los fierros ardientes y el olfato de los perros husmeando.



La noche avanza y se van los hielos, derritiéndose. Saboreando el presente. Sintiendo el momento...

El diálogo sigue...

B. La poesía apunta a describir la simpleza.
A. Descubrir lo bello en lo simple.
B. El arte apunta a describir lo simple, el orden, el contexto general.
A. Es lo que está. No hay lo que no está.

Entre la maleza crecen cinco alcachofas. Son testigos del gérmen de la tierra, sin agua ni alimento desafiando su propia naturaleza.

Los perros ladran a los transeuntes, agitan el portón metálico con estruendo.
Ladran a los canes al paso, encerrados y queridos unos, libres y solitarios otros.

Conversan. Se intimidan. Se desafían.
En su ignorancia nace el miedo y en éste su descofianza...
Y solo les queda la descalificación como defensa, porque de otro modo les obliga a mirarse y medirse y correr el riesgo de reconocerse limitados.

Nos movemos hacia La Carpa. Contrucción hechiza para tapar el sol y las miradas. Tiene techo y una pared-pantalla. Móvil e imprecisa. Contruida con mallas, postes, cuerdas y poleas.

B. se dedica a arreglar la carpa. Modifica tirantes, cambia puntos de apoyo, planifica, ejecuta. Son las 23:00 hrs. y la carne está lista. Y yo escribiendo. Cada uno en su cada que.


Las mallas de la improvisada carpa simulan un velamen en medio de este mar que rodea esta isla. No hay agua. Los calzados empolvados son testigos de la sequedad. Continúa el silencio sólo interrumpido por los grillos que parecen vigías y dueños del lugar. Alrededor se oyen puertas que se abren y cierran y voces que emiten juicios.
Se escuchan los sonidos del fuego, el carbón ardiente. Los perros, cual gatos, buscando y peleando su espacio por el cariño.
 
Mezclamos trozos de la carne asada con más marschmellows tiñiendo los sentidos, forzando la perspectiva con que le damos atención a nuestra percepción. Mezcla de vicios y rendiciones.
 
La noche ha avanzado y ya es tarde.
Me voy y ya en el auto me acompañan Pink Floyd, Ozzy Osbourne, Jimi Hendrix y me acerco a casa tras el vértigo de las curvas, viendo luces al ocaso. Una joven rubia en la esquina, sola a esas horas, camina hacia las fiestas del sector. En mi oido sólo la reververancia de los silencios y la satisfacción de los simples placeres.
 
Y la noche termina. Y el sueño me recibe y yo me entrego completo y alegre.
Otra Noche de perros.

3 comentarios:

  1. nfc,
    una clarisima "mejoria" sobre los escritos anteriores. sin necesidad de explicitar se entiende lo que estas sintiendo,segnal de buena literatura. los malos actores se tocan el corazon y dicen "mi pena es horrible..." o indican con brazo extendido hacia rriba "el senor que nos mira,etc,etc...". se hace insoportable. tu pequegna narracion es ilustrativa y penetrante,sin aspavientos. great!!. sigue asi. ufus.

    ResponderEliminar
  2. Quisiera ser perro (o perrita) para escuchar tan locuaces diálogos entremezclados de olores, melodías y silencios...

    ResponderEliminar
  3. Beavis.......

    Puras sensaciones...... me gusto.

    Saludos desde la mitad del mundo

    ResponderEliminar